mecruzodevereda

14 oct 2012


HOLA, GIL


Hasta el momento exacto en el que alguien crea que soy un impostor, y haga una denuncia, colgándole el cartel de “mentira” a cada una de mis verdades, tan frágiles por ser del aire,
del show,
de todo,
de vos,
sacando la foto para dejar una fotocopia, 
en cada corazón,
crear el antecedente y archivar,
en la memoria de los embusteros,
que un día empiezan a escapar,
eternos,
abandonando el mundo,
el amor,
el dolor,
para llevarse el presente de siempre recordar,
aún en rutas vacías,
porque la paranoia no se negocia,
es un regalo
una broma
de mal gusto
una promesa
en la oscuridad,
“siempre voy a amarte”
“te voy a matar”,
en un eco,
cuando ya no quedan más alternativas
o existe la posibilidad
de que no queden alternativas,
para variar,
acelerar
sumar velocidad
no-alejar
estar más cerca
chocar:
hasta el momento exacto en que alguien crea que soy una figurita para recortar, y me exponga en clase, con total claridad, desnudando los prejuicios
que me vuelven predecible,
que anticipan mi convicción
haciendo que sea lotería
mi destino
mi negativa
al 
azar,
a las estrellas,
la entrega,
el terror,
con las rodillas sosteniendo el alma,
las manos en la nuca
y temblar,
porque sin miedo no hay héroes,
y sin héroes no hay verdad:
todo el chamuyo de los poderes,
para poderte encarar:
hasta el momento exacto en que mi golpe más certero se estrelle en mi nariz, masacrando el aire, que sin motivos me inspira,
me hace,
me libra,
de la sombra de la muerte,
que se relame,
del arma que apunta,
brillante,
del segundo de fuga
redoblada
que termina
en un inesperado
final,
imposible
de 
memorizar:
hasta el momento exacto 
de
mirar,
y verme
mirando:
saludar.

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