AnK

8 oct 2012


ELECTROSHOCKS PARA DIOS
(...no te mueras...)


No sé quién te vendió esa receta berreta ni quien inmunizó tus ideas, así que tampoco esperes que entienda tu chiste fácil, porque no me da el cerebro para pensar, capaz porque me enferme tu salubridad, tu barbijo, tu falso delantal, todo el laboratorio que ficcionás, sin darte cuenta de que el virus debería llevar tu nombre y el mío y el de todos los demás, encadenado en un ADN universal que decodifique el génesis del contagio, ojos asustados, vacunas en el colegio, risas en un hospital,
¿a quién estamos matando?
¿quién nos va a matar?
¿cuáles son los argumentos que van a suplantar tu manual?
¿preguntar cuáles son los síntomas no es un síntoma más?
Mientras tanto el organismo se debilita e intercambiamos vitaminas, aceptando para no temblar, para no ceder a la fiebre, esa que da gritos, sueños con fuego, ganas de garchar, una dieta baja en imaginación, sin esperanzas que obstruyan la circulación, el esqueleto bien firme y una montaña de nubes para no salir al sol, el bronceado perfecto de la momificación,
¿en quién voy a pensar cuándo empiece a agonizar, 
en otro insomnio,
en otra noche
sin anticuerpos,
sin ganas de sanar?
Es adicción un botiquín lleno de placebos, con un buen espejo, para nunca olvidar que no existe una cura, por mucho que nos demos las manos, nos saludemos, juguemos a intercambiar las contraindicaciones de pastis que nunca van a funcionar, 
¿quién dijo que existe algo que nos pueda derrotar?
¿quién le estornudó en la cara a tu natural divinidad?
¿y sí eligiéramos,
de una vez por todas,
nunca
terminar?

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