rugido

17 abr 2012


CHOTASAURIOS ROMPEMUNDOS


El rugido que te envuelve, el de las pisadas en eco que forman cadáveres en la arena, inventando fósiles para los arqueólogos futuros, que van a exponerte en pizarras, conferencias y libros de textos; que van a diseccionar tus emociones, fracasos y dolores, para enseñar a sentir, fracasar y doler, a un grupo descreído de niños, todavía demasiado descalzos, o flotando, cuando las marcas no se dejan afuera, cuando el suelo no existe, cuando el aire abraza y grabamos, en otra retina, de un ojo universal, que nunca parpadea, que observa asombrado y llora, de tanto arder, de tanto entender, de tanto por descubrir, en ese ciclo que se repite, cargado de infinitas novedades
(navidades),
que construyen cementerios espiralados, donde siempre es noche y la palabra es “embrujado”, donde hay escaleras que bajan, para terminar subiendo, donde las lápidas son de piedra blanca y siempre están rotas, donde los árboles son frondosos en el arte de envejecer, de torcerse, de hacerse flacos, de ser rígidos, con artrosis, como tu pensamiento que se cristaliza, para eternizar, volver frágil y soñar,
con perder,
con quebrar
con no ser,
en un estallido, que es un trueno, proveniente del futuro; un disparo, directo de ayer; un accidente, de ningún lado,
un rugido, que te envuelve:
como la luz del sol, que oculta a la luna,
como la noche, que se hace día, tejiendo, 
en cada madrugada destejida.

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