indefinidas veces

11 abr 2012


ME DA COSQUILLAS ESCRIBIR


Todos los animales, bajo la misma piel, aullando, en una melodía sin fin, triste, como la esencia de cada momento único e irreversible, cuando las manos no tienen control y todo se va de foco, cuando las piernas no están donde deberían, pero siempre corren, porque corremos y, eso sí, es inalterable, como los colores que van a estar en el amanecer de los que lleguen puros y limpios a este puerto, que mañana vamos a abandonar, contándonos anécdotas, con lágrimas en los ojos.
Salir del eje, para morir en las periferias, flotar, como si nada, en un espacio infinito, enorme, lejano, siempre ausente.
-¿Cómo es posible que no me asuste, madre?
Necesito sentir el mundo, de lo contrario, el mundo no me siente.
Me da cosquillas escribir, como si las puntas de mis dedos fueran antenas, satélites, robando información, automatizados, pero sorprendidos, todo el tiempo, un impulso eléctrico, un último halo de vida.
Siempre.
Vivir es respirar por última vez, indefinidas veces, un error de cálculos, rebotando en los ángulos de una figura aún mayor, a la que sólo podemos intuir, a veces con más certeza, a veces casi real.
Y las sonrisas del mundo se revuelven en mis tripas, como si fueran legítimas, pero imposibles.
Imposibles una a una.
Imposibles.
Porque se escapan y se chocan contra mis lentes, ya sucios de tanto querer limpiarlos, engrasados en temblores, en gratitud, 
en susurros cargados de eco y espejo, de nunca terminar,
éste es
el
centro.
el
este es
con los juguetes extraterrestres 
en guerras de mentira, jugando a morir, entre disparos que ocultan tu voz, que no me dejan hablar, porque así se debe sentir que una bala te atraviese el pecho:
toda
esta 
hermosa
sensación
.

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