pasos y saltos

9 jul 2012


EL DÍA QUE LA LUNA LLEGÓ AL HOMBRE



Lo empezamos a perder,
se va,
se eleva más allá de los altos edificios, 
esquiva los cables, 
escucha conversaciones perdidas,
se pregunta si su voz era parecida,
si alguna vez dijo algo así,
si podría decirlo, muy convencido,
incluso mejor
(se pregunta, por sobre todo, de cuántas palabras no fue el receptor);
saluda a los globos que lograron escapar
(o que decidieron abandonar),
piensa en los globos que debería ver y no ve,
piensa en pedazos de plástico cayendo, 
sin gracia,
sin violencia,
sin vida,
para terminar decorando algún árbol, 
que nunca tendrá la delicadeza de agradecer el detalle
(¿no te pone triste pensarlo así?), 
o quizás un techo,
bajo el cuál se miren muchas películas,
siempre con la tensión sexual requerida,
siempre con la idea del enamoramiento,
que, 
quién sabe por qué,
se apropió del cine
(es lo único del cine que sigue valiendo la pena, malditos y estúpidos intelectuales,
ya llegará Vietnam, 
y se los llevará,
de a uno…
Jhonny ha hablado,
sí, señor)

Se asusta al ver que los pájaros no se esfuerzan por agradar,
porque no cantan mientras vuelan
y ya no son tan amistosos,
tanto que da ganas de pedir perdón,
por haber reducido a la bestia,
la ajena,
la interior;
Queda fascinado al atravesar las nubes,
y agradece a dios,
por nunca haber creído en dios,
y dejar inmaculada la hoja en blanco,
con tanto potencial
que es la duda divina
que dice
que todo 
quizás,
sea nada
o sea más;
Se vuelve de hielo al verse reflejado,
en cuerpos de metal,
que danzan,
que tienen una rutina,
que trabajan y se van a dormir,
que se comunican lo mejor que pueden,
que conforman una conciencia,
dándole viva 
y/o nutriéndose de ella,
que podrían quedar solos, desatados y a la deriva,
pero que se preguntan
(con demasiadas pretensiones):
¿de 
qué
serviría?

Dice “hola”
a la noche, 
a la de verdad,
saluda al asesino veloz,
que no se detiene a conversar,
que sigue sacando cálculos, 
que se esmera
para
próximamente
(en las mejores salas),
no fallar;
Dice “wow”
al ver su partida,
en retrospectiva,
y sentirse espejo, 
de pronto, 
del lugar que dejó,
y cambia la despedida,
por la ambición:

Y le salen
edificios,
cables 
y todo lo demás,
hasta que se vuelve otro mundo,
algo digno de observar,

¿cuándo tardará 
en engendrar su vientre
a su propio astronauta mental?

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