todosmis

2 sept 2012


Y LA DEDICATORIA ES PARA MI
y la firmo yo


Me perdí entre los párrafos que no escribí,
entre las líneas que no exorcicé, 
y hoy largaron garras, con furia,
desgarraron mi ropa, 
mi corazón,
y no puedo dejar de esperar, 
el paisaje soñado,
algo que debería haber cambiado,
algo que jamás va a cambiar,
tanto como no cambian las mayúsculas, 
por mucho que me esfuerce en borrar,
tanto como no cambia el suspenso,
el misterio,
el clímax,
el asesino,
la bonita maldad;
y negué mi responsabilidad,
para entregarme,
ser la víctima,
abrir el portal,
pero sigo atravesando
y el límite se vuelve contradicción,
hoy todos mis dioses
(todos)
se confunden con mi creación
(todos):
es un infinito
con una sola explosión,
entender que mi libro favorito
también lo escribí yo.

horario estelar


SÓLO EN LOS PEORES CINES


Compraron el merchandising oficial de mi vida,
y después la piratearon,
y sacaron las figuritas, 
sin escucharme cuando dije que no llené el álbum;
colgaron el póster en la puerta de una habitación llena de colores,
buenas intenciones,
trampa,
refugio,
eternidad; 
borraron los planos,
le pusieron mi nombre a la avenida principal,
un monumento a quien fue mi mejor amigo,
un museo para la persona que nunca dejó de mirarme a los ojos, 
una plaza para mi asesino,
un maxiquiosco para mamá y papá,
para comprar golosinas,
y luego entender,
con infinita tristeza,
que tarde o temprano dejaran de valer tan poco las monedas,
de pronto,
llorar;
acomodaron las letras con profesionalismo,
para no cambiar la cartelera,
para contar la anécdota del cine que se cae a pedazos,
para que alguien se enamore de la posibilidad
de haber nacido en otra época,
o en otro lugar;
crearon el rumor,
lo esparcieron,
dijeron que quizás yo era real,
que había una foto, 
borrosa,
en la que se me veía,
un video, en el que saludaba,
mirando a cámara,
como si eso fuera lo más común del mundo,
como si no supiera lo que se supone que debería saber;
escribieron esta nota, 
y hablaron de ellos mismos,
en el espiral
de escribirse,
escribiéndome,
que es escribirte,
porque si soy la primer persona,
al leerme,
te transformás,
transformando mis motivaciones,
para que entiendas,
de una vez
y para siempre,
lo que es 
no poder
escapar.

alarmas


MALAS NOCHES PARA VOS TAMBIÉN


¿dónde quedó lo que soñé aquella vez?
¿un pozo?
¿una caja?
¿acaso lo subí a la casa del árbol que nunca tuve?
¿cuándo será presente, otra vez?
¿estoy cavando?
¿estoy rompiendo cerraduras con poco profesionalismo, despertando a los vecinos, haciendo sonar todas las alarmas?
¿estoy escalando?
¿qué conciencia va a imponerse?
¿voy a poder mirar, 
entendiendo al niño,
entendiendo la mirada de haber entendido,
entendiendo al joven,
presintiendo,
en ambos casos,
el cadáver, 
la piel reseca, 
los párpados caídos,
la ausencia de pelo,
los dientes amarillentos,
la espalda doblada,
la camisa desgastada,
la incertidumbre,
plena,
de vida
de muerte,
hamacándose en las pupilas,
sin más ambición
que no bajarse de la hamaca
y quedarse en el parque,
bajo el sol
(la oscuridad),
hasta que alguien diga que se hace tarde,
que nos espera la cama,
una historia,
la soledad
(nunca nada tan bello)
del cuarto
y un beso
de buenas noches?
“y que sean malas,
porque fueron las mejores, mamá”
¿dónde quedó
mi
despertar?

mancha


REAL/LINEAL/MORTAL
-tengo tantas ganas de estar vivo que me voy a matar-


Miró el cielo y vio el ojo que lo miraba, 
supo que se trataba del haz de luz de una linterna,
que buscaba vida,
con temor,
el juego de un curioso
demasiado cagón,
que se siente atraído por las profundidades,
pero que no se cansa de repetir su propia biografía,
para saberse cuerdo,
real,
lineal,
mortal;
el experimento de un niño inescrupuloso,
que con sus temores crea monstruos,
que devoren a otros,
que tomen el control,
de la vida ajena,
de la vida en general,
de su propia vida,
y sus pesadillas hacen un buen trabajo,
porque el sueldo no será bueno,
pero las vacaciones son tentadoras,
ejercicios de lucha,
redención,
entrega,
sacrificio,
suimisión,
devorándose a si mismo,
ramificando en bocas hambrientas, filosas,
viscosas,
ansiosas
por
dañar,
mostrar la fragilidad de la carne, 
y el fluir,
de todo lo demás,
que se derrama y crea una mancha,
una nueva aurora boreal,
la sombra de un ser desconocido,
a punto de asomar,
emerger,
gritar,
corrobar,
decir, por fin:
“esto se terminá acá”,
y arrugar todos los mapas,
prender fuego los libros,
llorar con discos,
desaparecer;
buscar la vida
que quedó
detrás.

retrovisor


ESTAMOS LLEGANDO TARDE


Hay un bus fantasma en la puerta de casa,
tocando bocina, esperando que salga,
y cada bocinazo cuenta una historia,
atraviesa la noche y rebota en mis cuatro paredes,
haciendo que me pregunte dónde compré ese adorno,
o quién es el de esa foto,
¿quién me regaló ese conejo mutilado con el cartel de “TE AMO”?
y quizás sea hora de ir a la escuela, otra vez,
o hacer una excursión al cementerio,
quizás no sea nada tan temerario y se trate de dar una vuelta,
para recorrer los secretos,
lo que se esconde de la luz de la luna,
lo que despierta con la luz de la luna,
lo que muere con la luz de la luna;
quizás viaje solo
y ni siquiera haya un conductor:
un espejo retrovisor, 
que me devuelva la mirada;
quizás debería haber aprendido a manejar,
y no ser tan propenso a los accidentes,
quizás están esperando que salga a buscar pasajeros,
quizás soy un señuelo.
Hay un bus fantasma en la puerta de casa,
y su motor hace que me tiemble la letra,
que no se entiendan mis palabras,
que queden olvidadas mis últimas palabras,
seguro sepultadas,
porque si me voy,
todo va a derrumbarse,
¿soy el único sostén? 
¿o esa es otra de las trampas?
o quizás mi casa quede abandonada,
embrujada,
y los viejos van a reírse de la historia,
para contársela a sus nietos,
para dormirse pensando en que si hay fantasmas, entonces no están tan perdidos,
del mismo modo que los niños tendrán pesadillas,
y una nueva razón para desconfiar
de todos
y de todo:
la paranoia y la libertad.
Hay un bus fantasma en la puerta de casa,
mohoso,
cubierto de niebla,
antiguo,
pero familiar,
quizá, nada más que quizás,
sólo se trate de retomar un viaje que empecé hace tiempo
un viaje que,
por alguna razón,
ya no recuerdo.
Un viaje
Para 
Olvidar.

todo este tiempo


LA PRIMER MUERTE DEL SEÑOR RESURRECCIÓN


Asegurarse de que nada esté prohibido,
prohibir que todo esté asegurado;
y pintamos el slogan de la revolución por venir, 
sin más intenciones que poder reírnos, extasiados, 
un rato más
y de todo
en un abismo donde los malos no son tan malos,
pero siempre son peores,
un villano que valga la pena,
una muerte donde el paisaje sea importante,
donde la mirada esté cargada 
con munición pesada,
donde alguien diga, al momento de disparar:
“te estuve esperando,
todo este tiempo”,
donde el desenlace sea el portal y no la sorpresa,
el chiste que todos se pierden,
la ausencia,
la soledad;
nos entregamos, 
en calles que sólo existieron una noche,
que luego comenzaron a formar parte de un museo,
porque nunca volvieron a ser iguales, 
porque nunca brillaron tanto,
como brillaron los miles de ojos,
que de pronto nos espiaban,
con miedo,
curiosos,
como curiosos fuimos al espiar,
al robar,
al preguntarnos qué hubiera sucedido si el auto hubiera chocado,
esa madrugada,
cuando esquivamos una muerte segura,
cuando murió una parte,
cuando la infección se desató,
tan pura,
como todo el amor,
que nos sostuvo despiertos,
aguantando,
soportando,
con entereza:
¿estábamos resquebrajándonos? 
¿estaba brotando algo del interior?
¿ignoramos las cicatrices?
¿o sólo explotamos,
el día después,
cuando intentamos explicarnos?
¿te lo preguntaste 
alguna 
vez?
Y no puedo recordar más que los discos prendidos fuegos,
las letras que alguien escribió 
al sentirse como me siento,
un paso después,
aunque esa es una trampa,
muy mala leche,
pero perfecta y feliz,
como toda traición que valga la pena:
el paradigma atravesado,
desde lejos,
como si nada fuera nuevo,
pero siempre estuviera visto, 
por 
primera 
vez:
“Asegurarse de que nada esté prohibido,
prohibir que todo esté asegurado”,
por favor,
no te alejes tanto,
dejame encontrarte
y verme
como siempre
me quise ver:
vulnerable
y
valiente;
amar 
y 
destruir.

(limes)


IMAGINÉ LO PEOR


Se cae a pedazos, y cada ladrillo levanta polvo, resuena, grita mi nombre, y el de mis amigos, amenaza, con impotencia, furioso, y asusta, a pesar de todo. Las chapas levantan un eco más agudo, como si hubiera truenos, como si campanas deformes intentaran cantar, como si pájaros mutantes no se pusieran de acuerdo en el himno, como si la electricidad tuviera voz. Las llamas bailan sobre las velas, 
extasiadas, de un lado a otro, con un seductor y epiléptico movimiento de caderas, con una brutalidad sensual, como adolescentes pasados de pastis, en una fiesta con otros adolescentes, brazos al aire, anteojos oscuros, cuerpos pegados, sudor, erección y ausencia de corpiños, hipnosis musical. Las llamas son el espasmo que vas a sentir cuando la muerte entre en tu cuerpo; las llamas son la máxima expresión de vida, porque producen sombras, que, a contraposición, se sincronizan de modo pendular, casi en cámara lenta, convirtiendo la melodía invisible e implícita que llena la situación de una textura más profunda y pronunciada, un desnivel, un túnel de espejos, una casita del terror particularmente buena, una que realmente te haga preguntarte lo único que es importante preguntar: “¿voy a conseguir salir alguna vez?”.
Se cae a pedazos, como se cae una porción de nosotros, y cada segundo desde el primer gran paso de la última gran decisión muta en pantano, arena movediza, una cinta de correr.
-¿Cuándo dejamos de ser lo que éramos? –pregunta alguien a mi derecha. 
Creo conocerlo de otro tiempo. Creo que era mi mejor amigo.
-¿Cuándo va a dejar de ser importante esto? –pregunta alguien a mi izquierda.
Creo que nunca lo conocí. Creo que siento empatía. 
Creo que ya nunca podría conocer a nadie, del mismo modo que estoy seguro de que es imposible no conocer a alguien, y de pronto mis brazos extendidos ya no son dos, 
son miles / miles/ miles/ miles/ miles/ miles/ miles/ miles/ miles/ miles/ miles/ miles/ miles/ 
(limes)
y en mis dedos los dedos de otro, de otros, de todos. Siento como mi gota de sudor se unifica con otra gota de sudor, que no me pertenece, y siento que la comunicación es mucho más compleja de lo que hubiera podido imaginar. 
De pronto siento algo de pudor, porque sé que dije más de lo que había previsto.
Un pensamiento me invade, pero no puedo abrir la boca: 
-Vivir es decir cada vez menos, por mucho que creamos que hay más para decir, vivir es ir callando el discurso definitivo, en pos de las palabras justas, el conjuro, el trabalenguas que desate las carcajadas en el patio del colegio, las primeras palabras de un bebé, que juega solo en la oscuridad de su habitación, con pupilas que lo observan, hambrientas, expectantes, desde los rincones, deseosos de acariciar. 
A pesar de que nadie formula la pregunta el viento trae una respuesta: 
soy un fantasma
soy un accidente
soy vos, pero nunca llegué a tu edad
te moriste antes
estás muerto
hablando con un vivo
y lo que escucho en mi cabeza no es lo que escuchan los demás- pero sí- y empiezo a imaginar esta posibe no-vida, con la culpa puesta en el alcohol (después de todo es la primera vez que nos emborrachamos) o en las drogas (después de todo nunca nos había pegado tanto) o en la inocente ingenuidad (después de todo es la primera vez que nos animamos), con un fractal angustiado, donde la imagen se repite, cada vez con más minuciosidad, donde sólo cambia la lente y el enfoque, donde no cambia la mirada, jamás; donde todo, siempre, será ésta noche, ésta hora (12: 03), éste derrumbe, hasta que la alucinación se consuma a si misma, hasta que una de las pesadas columnas nos devore y agonizantes en una cama de hospital, a los ochenta años, descubramos que nunca salimos de esa fábrica abandonada,
que nunca estuvimos llorando en habitaciones vacías,
que los funerales fueron una pesadilla,
que cruzarnos por la calle y no saludarnos fue una paranoia, 
que sentir que llamarte para tirarnos al piso y hablar era una estupidez sólo fue una mala historia escrita en un momento de susceptibilidad,
que nunca 
(nunca.nunca.nunca)
nos soltaron las manos.
Si logramos salir del trance,
¿me mirarías a los ojos?
¿verías las arrugas de mi interior por mucho que mi rostro siga siendo el de un niño asustado?
¿verías?
caemos
a 
pe-
da-
zos

(desumente)


NO ES DE ELLA
y no es de nadie


Ella hace dibujos en la tierra,
cautiva,
y adivina universos lejanos, 
tejidos con la misma complejidad que el que habita:
el capricho, salpicado,
de alguien muy enfermo
de 
soledad,
alguien que inventa idiomas, para sorprenderse,
con iconogramas que no significan nada,
hasta que florece la trampa
(tentación);
hasta que florece el sentido,
o la tristeza más infinita,
todo símbolo es una letra,
toda vida es una sesión,
(de espiritismo)
y la palabra final siempre queda suspendida,
inconclusa,
con la llegada de la luz,
que mata el trance de la vulnerabilidad,
mientras ella no se detiene, 
y admira su obra,
cada vez más enamorada, 
de su mente,
que la atraviesa,
que sabe que no le pertenece,
que es otro
(u otros),
y focaliza, en cada detalle,
con la certeza de que lo mundano,
lo aceptado,
es la prueba determinante
de que todo lo mundano,
y lo aceptado, 
atenta 
contra 
lo 
natural.