La versión interna de nosotros no deja de ser un niño con problemas de trato social que termina estudiando teatro por consejo de una psicóloga medio hippona y conchuda. Somos un patio de recreo eterno, jugando a inventar historias, a ser otro, para poder dejar de doler.
Y al final, duele igual.
Jé, qué broma más hija de puta.
Che, pero posta. No te rias, no es joda… Cuando nos vimos por primera vez no encontré nada especial en vos… es decir… ¿Una sola vez nos vimos por primea vez, no? Bueno, perdón, me la olvidé.
Y al pedo que te enojes, si ahora que me acuerdo no nos conocemos, ¿te acordás?
¿Sos de esas a las que les copa garchar todo el tiempo?
¿Cómo es tu familia?
¿Cómo es tu habitación?
¿Te mirás mucho en el espejo?
¿Tenés un amuleto para no tener pesadillas?
¿Te gustaría ser como tu amiga?
¿Tenés amigas?
¿Te enamoraste de alguien y dijiste que no?
¿Pensás que la vida siempre va a ser así?
¿Ya dejaste de tener juguetes? ¿Ya te regalan plata en Navidad?
¿Ya empezaste a querer ir a lugares que en realidad no querés ir?
Mirá, no le digás a nadie, pero yo nunca me imaginé y no me puedo creer que soy yo. ¿En serio soy el mismo? ¿Cómo puede ser que mi consciencia tenga tanta consciencia de mi consciencia anterior?
En fin… ¿de qué hablábamos?
¿Algún día te voy a gustar?
¿Cómo te llamás?