Mirá, mirá, mirá, sacate una foto...
La
única diferencia es que me resulta imposible no hacerlo cuando me duele el
pecho, cuando el pecho tiembla, cuando se me llena de una certeza muy absurda,
que me seduce, que me dice que el futuro siempre fue ayer, que se me ahogan, de
temor, las noches en que puedo ser un hombre y puedo desconfiar del monstruo
bajo la cama, dentro del armario, detrás del cajón… La única diferencia es que
me resulta imposible no hacerlo cuando la garganta se infla de ansiedad y las
palabras se hacen seres extraterrestres, lugares para visitar, tierras de
mentira, galaxias lejanas, fragmentos de una ecuación peligrosa, tentadora,
explosiva… Pierdo la voz, pero gano laboratorios, llenos de frascos, de
hornallas, de cables, de tubos. Llenos de locura.
La única diferencia es que me resulta imposible no hacerlo cuando la vista se me nubla, cuando las infinitas posibilidades son demasiado infinitas, perfectas: una historia tras otra. Y otra.
La única diferencia es que me resulta imposible no hacerlo cuando me siento muy bien y muy mal, que es el mismo momento.
Si no fuera porque me es imposible no hacerlo los dos seríamos iguales. Pero no, resulta que yo escribo. Es la única diferencia.
La única diferencia es que me resulta imposible no hacerlo cuando la vista se me nubla, cuando las infinitas posibilidades son demasiado infinitas, perfectas: una historia tras otra. Y otra.
La única diferencia es que me resulta imposible no hacerlo cuando me siento muy bien y muy mal, que es el mismo momento.
Si no fuera porque me es imposible no hacerlo los dos seríamos iguales. Pero no, resulta que yo escribo. Es la única diferencia.
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