Dios, dos dedos y un enchufe
Descarga I
Hay
un cable, una electricidad, y vos sos un enchufe medio choto, de esos que se
sobrecargan rápido, de esos que no se bancan una subida de corriente sin
prenderse fuego, derretirse, deformarse, largar olor y humo. HUMO NEGRO.
Toda una habitación de asfixia, y nadie va a
sospechar, jamás, cuando te encuentren chamuscado, que estuviste conectado a la
Gran Máquina, al menos por unos minutos, por unos cuantos segundos, una
milésima de segundo, una micro milésima de segundo…
Descarga II
Todas
las máquinas de escribir abandonadas están repletas de historias inconclusas,
que sueñan; que persiguen a un probable pero incierto autor, que permanece
dormido, sin pesadillas, en paz, ignorando las chances que lo vuelven
protagonista único e indiscutido de esa novela triste y sin final a la que
algunos dieron en llamar vida, sólo para diferenciarla de la fría, pura y
eterna hoja en blanco.
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