Cerebro Fuego

23 dic 2010

EL VERANO NO ES BUENA ÉPOCA
PARA BORRACHOS


‎[Demasiadas miradas, demasiadas pretensiones, tristezas, alegrías, signos de pregunta. Demasiadas pupilas, y necesito tan poco.]


‎[Inventé un programa de radio en mi cabeza, para escucharte presentar todos esos temas que me hacen bien de tanto hacerme mal y sintonicé, sin querer, el costado más oscuro de tu ausencia. Ahora todo es intermitencia, chistes berretas y quejas al pedo. Ahora es una radio tomada por extraterrestres, que amenazan con llevarse mi cama, con comerme los libros, con meterme hormigas en el cerebro. Mi cabeza es la antena para toda la locura que te llevó a decirme, bajo la lluvia, aquella tarde donde no había ni un solo perro dando vueltas por la calle:
-Este Mundo no es tuyo ni mío.
Interferencia. Interferencia. Interferencia.
A veces parece que pedís auxilio, a veces ese es mi eco y me despierto gritando en el baño, abrazado a algún fantasma, que no me entiende, que me mira con lástima. A veces son risas que me gustan, pero rápido se hacen histeria y me jode imaginarte (recordarte) rompiendo mis discos.
A veces es un ruido negro, pero los extraterrestres están atrás, con sus dedos largos, examinando, diseccionando mis pensamientos, buscando la parte débil, el reflejo de mi mejor amigo, la sonrisa de mamá, el único día que río.
Interferencia. 
Todo el tiempo es Interferencia. Canciones ya no.]


***

[Quizás el tipo que hoy me vendió el diario, el viejo que paseaba el perro, la señora que me miró con desconfianza, mi mejor amigo en su nueva casa, diciendo que aún podíamos tener una comiquería juntos, mi novia cansada, sacándose las zapatillas mientras me sonríe, la película que no termine de ver por estar drogado, el perro que rompía mi basura cuando salí a pasear a MI perra, la banda que me apuñala por la espalda, con traición, mientras escribo estas líneas, el hombre que hoy me dio la mano y no me miró a los ojos, mi papá reconociéndome que era infeliz, el chico que me vio pasar y se escondió detrás del árbol, la mujer que pasó llorando, con paso lento, el gordo de camisa a cuadrillé y pantalones casi hasta el pecho que la vio pasar y luego me miró con horrenda compasión y complicidad, los dos viejos que se abrazaron en la esquina y me hicieron pensar en mi de viejo, el colectivo gris repleto de gente transpirada, derritiéndose, dejando de ser humanos, la rata rabiosa que se escondió bajo una persiana, el enano que compraba en el quiosco, mi vecino, que se comporta como un soldado encubierto que sólo desea robarme información, para vendérsela a alguna raza extraterrestres, sin lugar a dudas… Los extraterrestres, todo el Universo… quizás.
El que me preguntó la hora, el que me recomendó el jarabe para la tos, el hijo de puta que me contrató pero no me dio un peso, la piba buena onda que me dijo que lo que yo escribía estaba bueno, el que me vendió las empanadas de carne que olían a empanadas de otra cosa, el escritor de mi libro preferido. Mi libro preferido.
Quizás todos ellos.
Quizás no existieron.]


***

[Intentó convencerse de que aquella sería la última vez. Intentó ser valiente dentro de esa habitación, llena de animales muertos, que la miraban desde la pesada oscuridad con ojos de acrílico que estallaban de ganas de poder sentir, llorar, tanta desesperación.
Intentó desarmar su propio engranaje, poniendo en riesgo su vida, sabiendo que un mal movimiento podía dejarla sin música, sin memoria, sin lo único que tenía: la tristeza, amarga, pero propia.
Intentó saltar al vacío, vencer el hastío de sus articulaciones, ya quebradas hacía demasiado (desde siempre). Intento gritar, parpadear, resoplar.
Creyó que su existencia era horrible. No supo lo que era llevar una existencia horrible hasta que pasaron doce años y terminó en una caja, olvidada en un sótano embrujado, haciendo compañía a cantantes desaparecidos y escritores que nadie, jamás, volvería a leer. 
Su ropa se llenó de moho, de olor a tierra húmeda, de arañas pequeñas. Su virginidad fue violentada por larvas blancas y viscosas que nunca conocerían el Sol. Se llenó de cicatrices hoscas.
Fue olvidada, entre olvidados, y dejó de sentirse especial. A tal punto que nunca volvió a intentar nada.
Tres años después un niño la encontró y lloró, espantado. 
Estaba viva, por fin.]


***

•Hay un Universo cargado de espacios vacíos y cada segundo es la contradicción latente del pasado luminoso y multicolor que no deja de transformarse en una historia, cada día más bella, cada día más especial, ajena. Es probable que esta historia la haya leído alguna vez, en mi cama, y hoy la extrañe. Es probable que haya enloquecido, muy de chico, enfermo de imaginación y tristeza y ahora sólo sea párrafos sueltos, dementes, de un diario esquizo y sin sentido. Es probable que siga leyendo. Es probable que no quiera despertarme.•


***

BONUS TRACK: 
NAVIDAD y PANTALONES DE CUERO


[Unas cuantas notas musicales polvorientas cayeron sobre su cabeza. Estornudó, salió de la habitación a las puteadas, sacudiéndose, y se dirigió al baño, donde lo esperaba el fantasma de un rockero muerto.
-Si para esta navidad no te matás vas a arruinarle la vida a un montón de personas…
El pibe, que estaba por cumplir 27, se recostó sobre la pared y se quedó con la vista fija en la aparición, con un serio debate interno: no sabía si ponerse a gritar o pedir un autógrafo. 
-Mi primer novia estaba enamorada de vos… Cuando garchamos por primera vez sonaba “La Balada del Señor Oscuro”… Creo que ella pensaba en tus pantalones de cuero…
-El día que me caí del décimo piso estaba en pleno viaje de pepa… Mientras caía, en alguna dimensión alucinógena, me estaba garchando a una piba que jamás había visto en mi vida… Capaz que era ella, tenía el pelo…
-Pará, pará… -el pibe frunció el entrecejo-. ¿Te caíste del décimo piso? ¿No te suicidaste?
-¡Ni en pedo! Estaba en mi mejor momento, me sentía bien… -el rockero se rascó la entrepierna-. Es decir, me sentía todos los días mal, pero bien… No me hubiera matado…
-Wow… Creo que Violeta no hubiera estado tan enamorada de vos si hubiera sabido que todo fue un accidente…
El rockero lo interrumpió con un gesto.
-No creo que haya sido un accidente… Hay cosas que uno no quiere hacer pero son inevitables… Si te encontrás con vos algo te encuentra… Y es jodido tomar las riendas… A mi se me escapó todo…
-Violeta decía que lo mejor de vos era tu determinación para acabar con la mierda de estar vivo…
La sonrisa del rockero se amplió. No se reflejaba en el espejo mugroso y la luz amarillenta lo atravesaba en varios sitios. Era muy alto.
-Bueno, sí… Yo era inspirador… -se aclaró la garganta y de pronto perdió la magia de su voz grave-: ¿Está buena esa tal Violeta? ¿Sabés si sigue enganchada con lo mío?
El pibe bajó la vista.
-Se suicidó…
De pronto una brisa fría movió las cortinas y las toallas del baño.
-Uh… Qué cagada… Perdón…
-No, está bien… Supongo que no está bueno tener héroes…
-No, la verdad que no…
Se quedaron un rato en silencio, hasta que el rockero se despidió, anunciando que debía hacer otras visitas.
El pibe se quedó ahí, pensando en canciones que ya no sonaban, en auriculares que había roto, en guitarras que dolerían para siempre. Tarareó una melodía que no conocía pero que le resultó bastante buena. Se sintió algo mejor y se quedó dormido. 
Al otro día la melodía ya no estaba en su cabeza, pero las palabras del cantante muerto sí.
-Lo peor es que nadie va a terminar pensando que yo tenía convicciones. Van a pensar que fue un accidente –se dijo. 
Todo se pierde.]

 ‎[Mi soledad se escapa con vos y me deja extrañando, demasiado acompañado.]


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