OH! DARLING
Creo que hay un disco de los
Beatles que está esperando con el envoltorio puesto, porque no importa que lo
haya gastado, ahora me doy cuenta de que nunca lo escuché con vos y eso es casi
como no haberlo escuchado, porque deberías ver lo idiota que me pongo (o que me
voy a poner) cuando llega ese tema en el que me convenzo que se está abriendo
el portal, o cómo tiemblo cuando llega ese tema que sé que es el que va a sonar
el día que me muera, ¿te conté? Me llegó la revelación el día que le escribía
una carta a mi mejor amigo, casi una disculpa por un crimen que aún no había
cometido, y se la dí cuando fue un poco tarde, cuando ya estaba borracho y
rebotando entre sus parientes, en su casamiento, para dejarle muy en claro que
todavía no me quedaban chicas las viñetas y podía ser el héroe fracasado que se
había llevado tanto buenos veranos:“brindo por todas las mentiras que juntos
hicimos verdad”; deberías verme, en soledad, porque tarde o temprano termino
tirado en el piso, con los ojos cerrados, imaginando que estoy mirando el techo
mientras imagino el cielo más estrellado, uno que vi cuando los Beatles no eran
más que una banda de la que todos hablaban y que no me daba motivos para matar,
no como ahora, que podría tejer una psicosis peor que la de Charles Manson, y
escucho más de mil veces los malos consejos de Paul, que seguro que no es Paul,
y susurra que abra los ojos, que me mire, que ese que está ahí soy yo, el que
parece dormido: “no estás dormido, simple-mente estás muriendo”; o los gritos
que me salen, con palabras inventadas que quiso algún dios que significaran más
cosas que las que podrían significar si yo supiera entender otro idioma sin
antes poetizar la palabra extranjera, abusando (violador) de su musicalidad:
“este disco de los Beatles habla de cómo es escuchar un disco de los Beatles,
pasa que ni los Beatles lo sabían, ¿entendés?”; deberías ver cómo, tarde o
temprano, agarro una guitarra, para frustrarme, cargado de amor, pidiéndole a
la música perdón, por ser tan eyaculador precoz y correr a buscar el cuaderno,
porque escribir es otro mambo y siento que puedo zapar un rato, con los
fantasmas del pasado y del futuro que se empiezan a hacer visibles, muy de a
poco, gracias al sonido más importante, ese que transcurre entre tema y tema,
ese donde nunca, nadie, va a escuchar igual: “El final de ese tema es como
entender que las mejores cosas que hiciste son las que hoy harías diferentes”;
deberías ver qué ganas de llamarte al escuchar esos acordes:
si no venís corriendo
la mejor banda del mundo
puede
dejar
de
existir.
si no venís corriendo
la mejor banda del mundo
puede
dejar
de
existir.
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