puede desaparecer

5 dic 2012

OH! DARLING



Creo que hay un disco de los Beatles que está esperando con el envoltorio puesto, porque no importa que lo haya gastado, ahora me doy cuenta de que nunca lo escuché con vos y eso es casi como no haberlo escuchado, porque deberías ver lo idiota que me pongo (o que me voy a poner) cuando llega ese tema en el que me convenzo que se está abriendo el portal, o cómo tiemblo cuando llega ese tema que sé que es el que va a sonar el día que me muera, ¿te conté? Me llegó la revelación el día que le escribía una carta a mi mejor amigo, casi una disculpa por un crimen que aún no había cometido, y se la dí cuando fue un poco tarde, cuando ya estaba borracho y rebotando entre sus parientes, en su casamiento, para dejarle muy en claro que todavía no me quedaban chicas las viñetas y podía ser el héroe fracasado que se había llevado tanto buenos veranos:“brindo por todas las mentiras que juntos hicimos verdad”; deberías verme, en soledad, porque tarde o temprano termino tirado en el piso, con los ojos cerrados, imaginando que estoy mirando el techo mientras imagino el cielo más estrellado, uno que vi cuando los Beatles no eran más que una banda de la que todos hablaban y que no me daba motivos para matar, no como ahora, que podría tejer una psicosis peor que la de Charles Manson, y escucho más de mil veces los malos consejos de Paul, que seguro que no es Paul, y susurra que abra los ojos, que me mire, que ese que está ahí soy yo, el que parece dormido: “no estás dormido, simple-mente estás muriendo”; o los gritos que me salen, con palabras inventadas que quiso algún dios que significaran más cosas que las que podrían significar si yo supiera entender otro idioma sin antes poetizar la palabra extranjera, abusando (violador) de su musicalidad: “este disco de los Beatles habla de cómo es escuchar un disco de los Beatles, pasa que ni los Beatles lo sabían, ¿entendés?”; deberías ver cómo, tarde o temprano, agarro una guitarra, para frustrarme, cargado de amor, pidiéndole a la música perdón, por ser tan eyaculador precoz y correr a buscar el cuaderno, porque escribir es otro mambo y siento que puedo zapar un rato, con los fantasmas del pasado y del futuro que se empiezan a hacer visibles, muy de a poco, gracias al sonido más importante, ese que transcurre entre tema y tema, ese donde nunca, nadie, va a escuchar igual: “El final de ese tema es como entender que las mejores cosas que hiciste son las que hoy harías diferentes”; deberías ver qué ganas de llamarte al escuchar esos acordes:
si no venís corriendo
la mejor banda del mundo
puede 
dejar 
de 
existir.

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