Tres segundos

6 abr 2011

¿TUVISTE PESADILLAS AYER?
(percepción selectiva y ocasos varios)


Tres segundos para las posibilidades que ni me imagino, que no puedo contemplar.
Diecisiete minutos para las tardes que pasaron y no me acuerdo; esos días que yo era alguien para alguien y no me reconozco.
Treinta y tres horas para preguntar por qué; para agarrar el teléfono y llamar, con las bolas encogidas; para decir de una vez y para siempre: “Loco, ¿te acordás del día en el que pensamos lo mismo en el mismo momento?”.
Cincuenta y dos días para mirar el espejo, para buscar los ojos, para ver cuánto se llevaron los monstruos, cuánto dejaron a cambio; cuántas pupilas dejaste en el camino, cuántas miradas se vieron en la tuya, cuánta oscuridad te fumaste, por no bajar al sótano, por no enfrentar al asesino, por no querer descubrir la respiración al costado de la cama.
Setenta semanas por las calles desiertas, tan llenas de gente, que cuando eras chico parecían misteriosas: eran la aventura. Ahora es rutina: es rutina tu paso lento, mi paso lento, el auto repetido, el mismo taxi, el colectivo hasta las tetas. Ningún dealer en la esquina vendiendo la chance de elegir mal pero bien, para descubrir una mnetira, bajar a unos cuantos, inmolarte contra algo/alguien, acabarle en la cara ala Reina de las Historias, mearle los zapatos al Señor Futuro.
Ochenta y cuatro meses para meterte debajo de las sábanas y verte ahí, para que te digan que quieren pasar la vida a tu lado, para que empieces a tener miedo de morir porque podes lastimar a alguien con el mero hecho de dejar de existir, porque corre la posibilidad de que no te lleguen a conocer jamás porque vos no te conoces y menos sentís que puedas conocer a alguien y todo se desfigura y la realidad no está en ningún lado: espejo, teléfono, ojos, bondi, amor.
¿Realidad?
NO.
Cien años.
Que es como decir nada. El tiempo tampoco existe.

***

Me escuchan por ahí, me presienten en un sueño, me leen sin querer, porque se equivocaron de correo. Me huelen en la noche, porque me duele la cabeza y transpiro mucho, con temblores en baja frecuencia. Se mueve la cama de un par.
¿Tuviste pesadillas ayer?
Me tocan y no los veo, me sacan fotos y se olvidan de mí al toque. Me escriben una carta muy larga que no dice nada, porque no hay nada que decir, porque me importa poco, pero lo necesito. Es una realidad.
Me dan lo mejor, lo que nunca le darían a nadie. Me dan el destello; después apagan la luz. Y tengo buenas razones, pero ningún lugar a donde ir.
No sé dónde está la puerta.
No sé dónde estoy.
Estoy en todos lados.
Me imaginan.

***

 No cambio mis 17 preguntas por ninguna respuesta, y no preguntaría nada más, llegado el momento, que si estás bien. Y no me vas a creer. Vas a pensar que pregunto por preguntar, sin ponerte a pensar que daría cualquier cosa en este instante por ser una verdad para vos.
No podemos detener el vértigo, me lastimé las manos, me quemé… Y la verdad es que la rueda no se inmutó. No quiero justificarme, pero, ¿no ves las cicatrices? ¿No ves que me duele bocha?
No cambio mis 23 traumas por ninguna certeza, porque nunca voy a saber si te valoro tanto porque me dijiste que era un imbécil o porque me arrepiento de haber hecho que me lo dijeras.
Así que dejame sin poder dormir, así el sueño no me dice que vos tenías que estar. Dejame sin poder relacionarme de verdad, así me arrepiento de cada palabra tan mal puesta que me aplauden. Vos te hubieras cagado de risa. Si nadie se ríe no soy nadie.
No cambio el orgullo por nada, porque se me hizo tarde… y nadie me espera, nada me pertenece… Nadie me dedica una reflexión maricona a las tres de la mañana. Nadie sabe lo que es extrañar un amigo excepto yo.
YO. SÓLO YO.
¿Cómo estás?


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