KURT COBAIN NO MURIÓ,
KURT COBAIN SE MATA TODOS LOS DÍAS.
-3 disparos certeros-
[Lo lejano es la partitura con la que suena el futuro que tu presente te prohíbe escuchar. Oídos muertos por culpa de la radiación tecnológica: ya no hay tentáculos en tu cerebro, sólo una repugnante pasividad, quietud. Esperás lo que viene y te entregás a ser el tiempo perdido, ser el autor pasado de rosca, desmayado en el sillón. Si querés que sea extremo tenés que lograr la Sobredosis… Primero, lo primero, ésto no es juego de niños. Que quede claro. Acumulas las balas que no usaste, como un trofeo, como si pudieran significar algo para alguien. A nadie le importa que el plomo no descansé en medio de tu cerebro. Nadie va a felicitarte por no matarte hoy. Si querés que alguien te busque cuando ya nadie pueda encontrarte sólo tenés que vivir lo suficientemente fuerte como para dejar de vivir.Vas a tocar una melodía gastada a medio tiempo, y vas a escuchar al universo zapando, encima de tus líneas. Vas a entender que no era tu show. Antes de vos ya había música.Después de vos seguirá habiendo música.]
***
[En un principio éramos muchos, todos. Éramos fuertes, unidos.Salíamos a quemar al Sol, oscurecíamos cada noche, nos garchábamos a cada amanecer, nos olvidábamos del atardecer, comíamos juntos y disfrutábamos de lo estúpido que era el Mundo, que se pensaba que iba a aplastarnos, como cucarachas.“Pobre Mundo…”, dije una vez, en una terraza, feliz, fumando sin saber fumar, estallado en mi, “No sabe lo que le espera...”Nos encontramos en una plaza, hablando de un libro y la policía pasaba y nos pedía documentos y decía que no estaba permitido tomar en la calle… Vos me mirabas, yo te miraba. Era demasiado fácil. Demasiado.Y escuchábamos, con convicción, muy serios, en tren, mirando por la ventana que nos devolvía un paisaje que no era el nuestro. Dijimos cosas locas, raras, vivas… Dijimos la verdad, mil veces: “De acá no nos baja nadie…”Y no habíamos pagado pasaje. Éramos muchos. Había un escudo en mi casa, en la habitación más pequeña, la que temblaba por las madrugadas. Me enamoré ahí, justo en esa cama, donde rompimos en un llanto desconsolado, no me acuerdo bien por qué. Escribías tus paredes y yo estaba en alguna de las letras. Fuiste mi primer editor. Mi único editor. Saltamos con rapidez, corrimos con furia, nos dimos la belleza de un momento distendido en el tiempo, comiendo en el piso. Corrimos, arruinados, arruinando los espacios que no nos parecían adecuados, resumiendo un poco las cosas… Sabíamos ver.“¿Tenés miedo?”, me preguntaron alguna vez.(¿Pudimos presentir algo de ésto?)La cita sigue pendiente, las promesas de alguna vez, un poco pasados de cerveza, no se las comió el malestar de soportar la paliza, de soportar las manos manchadas, la espalda con dolor, la cabeza confundida, estancada, contaminada… la ausencia de MIS amigos.Aún pensamos en el mismo sitio, en la misma bomba. “No puedo entender la mitad de lo que sucede...”En un principio éramos muchos. Ahora somos los suficientes. Y estamos de pie. Yo por vos, vos por mi.]
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