HERMOSOS ESTAFADORES
Estoy entendiendo que
los temas que hoy desgasten mis esquizofrénicos pasos serán la melodía que
mañana me acorralará, sonriendo filosa, estirando las garras, invitando a jugar
a ese juego tan estúpido que hoy me vuelve a tentar, ese que consiste en levantar
apuestas con las anécdotas que divagan perdidas, desafiando a los gritos,
parado sobre la mesa del casino al que todos los que nos excedimos vamos a morir, en manos de hermosos
estafadores y strippers que desnudan tu corazón, para besarlo y luego arrancar,
y unos tipos gordos, de seguridad, con lentes negros y con idénticos rostros de
robot, corren, partiendo cráneos, rompiendo la espalda de ese joven que aún
tiene la cara llena de acné y ama la soledad, rompiendo la rodilla izquierda de
esa piba que se pasa de merca para poder sentir que aún es la heroína de ese
cómic que ya hace mucho se escribió y podría importarte un poco si no
estuvieras tan exquisitamente borracho y con tantas ganas de dejar tus fichas
desparramadas por ahí, para que se pongan en juego los souvenirs, los
portarretratos, los adornos, los libros y los discos de algún otro, porque los
tuyos se van desvaneciendo y mientras la acumulación se vuelve princesa en el
castillo de la vida, el vaciamiento sigue construyendo los túneles que se desprenden
del sótano: ese laberinto mágico y terrible en el que me voy a adentrar,
bajando peldaño por peldaño, cuando, finalmente, lo crea necesario y quiera
dejar de escuchar
mis pasos:
el eco
que viene
y va.
mis pasos:
el eco
que viene
y va.
va
va
va
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