Pr(eter)ito

10 may 2011

SIEMPRE QUE CRUZÁS UNA VENTANA ES NOCHE





Que me críen los lobos.
Que me alimenten los lobos.
Que me maten los lobos.
Que los lobos se alimenten de mi.
Y el Hombre Oscuro seguirá en el portal, en la vorágine de arena, observándome.
Las luces se hacen destellos, en los destellos te encuentro.
“Mirá, ese de allá soy yo. Mi cerebro se me está escapando por los oídos, ¿lo ves?”.
Entornás los ojos.
“Qué mal te quedan los bigotes…”
Me encojo de hombros, me meto las manos en los bolsillos.
Va a ser una larga espera, mejor no discutir sobre ciertas cosas.
Yo gritaría. Vos dejarías de hablarme.
¿Y si el silencio se lleva todo?
Es muy reconfortante imaginarlo.
Así, aullando en la montaña.
Llamando a los espíritus.
Hablándole a la Luna.
Riéndome de esa partícula caprichosa que se repite en todas las cosas que conoces.
Todo.
Pero en silencio.
El día que descubras que las ventanas son mejor que las puertas.
Rompé los vidrios.
Sangrá.
Los lobos van a olerte.
Voy a olerte.
Será noche.
Siempre que cruzás una ventana es noche.



***


Barro en mis suelas.
Significa que cometí un crimen, significa que se escapó otra historia.
Significa que soy más libre.
Y mi campera empapada.
Voy a descansar, tranquilo, enfermo, temblando.
Hoy rescaté a mi monstruo. Estaba por ahogarse en un pantano.
A veces se deprime, toma pastillas. Mezcla con vino.
Cinco intentos de suicidio.
Quizás quiera llamar la atención.
Quizás no.
Ahora está confundido, cerca de la estufa, con una toalla alrededor del cuello.
“¿Estás bien?”
“No”.
Quisiera agradecerle unas cuantas cosas, prometerle otras.
Pero no da.
“Mañana será otro día”.
Yo no me cansaba de fracasar. Ellos se empeñaban en echarle la culpa a la suerte.
Al menos mi casa ahora huele bien.
Apago la luz.
Dejo las huellas marcadas en la alfombra.
Subo a mi habitación, rezando tener alguna pesadilla.
Llueve.



***

Los días se acortan y son cada vez más largos. El contratiempo produce el efecto adecuado y la caída nunca resultó tan fácil.
Ojos cerrados y las lágrimas que se elevan, felices. Van a crear un mar. El mar que será cielo, cuando caminemos entre las nubes. Perdidos y encontrados, por última vez, de modo definitivo.
Empezando.
Empezando de cero.
Romper una y otra vez con los pasos livianos, aplastando, con las garras desafiladas, acariciando. Nunca hubo tanta violencia como la de un beso bien dado.
Vamos a morir.
No me gusta repetirlo, pero te gusta ignorarlo.
No importa.
Van a chocarse nuestros labios. Vas a abrir los ojos, sorprendida, aterrada, con el dolor universal recorriendo cada una de tus células, con tu pasado desdibujado, con tu presente que no es tuyo. Tarde.
TARDE, como siempre.
El registro se prende fuego, eliminamos el legajo.
Un buen enemigo mantiene limpio su historial.
No creo que sospeches de un tipo como yo.
El pensamiento es veloz, tanto que se choca con si mismo, tanto que produce la PAUSA.
Es bueno saberlo.
Salgo por la parte de atrás del escenario. Enciendo un cigarro mojado.
La función va a reanudarse, porque siempre se reanuda.
Espero que la próxima vez recuerdes no ensayar tus líneas.
Mientras tanto no dejo de pensar que los días se acortan y son cada vez más largos.




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