CUANDO UNA LAPICERA SE EXPLOTA
la tinta nunca se hace letra
Es tan fácil como dejar de
hablarte por dos días, entonces se rompe la sincronía, la única importante, la
que hace que los engranajes se ajusten en un reloj compartido, posiblemente a
las 3.02 de la madrugada de un sábado, con los ojos en perfecta comunión, el
miedo en la pupila derecha, el desafío en la izquierda y todo un circuito se
desata: retroalimentación que convierte lo impredecible en lo inevitable y el vino se derrama, porque a toda copa vacía (3
veces vacía, 7 veces vacía) debe seguirle una copa invertida y los diálogos se
traducen en otra vida u otra muerte: “¿quién sos?”/ “¿cómo te moriste?”/
finalmente: “¿qué querés?”, y las respuestas, en goteo, mentiras microscópicas
que conforman, de a poco, el mejor polvazo telepático, porque las casas embrujadas
aman a los amantes, casi tanto como los amantes aman las trampas y las agujas
dejan de correrse para buscarse, besarse, cada vez a mayor velocidad, hasta que
los resortes se desprenden y saltan, disparados, para que alguien los confunda
con una estrella fugaz y piense: “ojalá estuvieras acá”;
es tan fácil como dejar de hablarte y permitir que las 48 horas que acusa tu calendario sean las 48 noches que no puedo recordar, con los años acumulándose en las historias que te hubiera querido contar, en el funeral de cada personaje que no conociste, rompiendo villanos de los que me enamoro, casi sin meditar, y me tiento con los voces felices, borrachas, que llaman desde un más allá que me empieza a tentar, voces que piden más… y trato, con todas mis fuerzas,
de causar el dulce desencanto,
trato
fuerte
de no contestar.
es tan fácil como dejar de hablarte y permitir que las 48 horas que acusa tu calendario sean las 48 noches que no puedo recordar, con los años acumulándose en las historias que te hubiera querido contar, en el funeral de cada personaje que no conociste, rompiendo villanos de los que me enamoro, casi sin meditar, y me tiento con los voces felices, borrachas, que llaman desde un más allá que me empieza a tentar, voces que piden más… y trato, con todas mis fuerzas,
de causar el dulce desencanto,
trato
fuerte
de no contestar.
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