natural

10 mar 2012


La Luna es un accidente
(agoniza, sueña, delira)


A la luna no le importa, por eso se deja caer, soñando con matar todas las consciencias que ascienden, despiertas por su influjo
casi hechizo
casi trampa
casi cierto
y así llegamos a la noche, que es el amanecer de tus palabras, con la magia brillando y sacando sombras de cada nube, en un espectáculo que vuelve piedra a los amantes, que se tocan las manos, que se besan detrás de la oreja, que se pasan los dedos bajo la falda, que se mienten, felices de poder hacerlo.
A la luna no le importa, por eso suspira, soñando que arrasa con las carpas del circo de la feria que abrimos, que se llama como el primer juguete que tuvo nombre,
como el primer licor, comprado con cachetes en rojo y los huevos hirviendo
correr
dibujar
decirte que vi una peli que no me dejó dormir
y no cobrar entrada, para que pase cualquiera, para que ganen todos, para que puedan desaparecer, en el momento justo, cuando le tenés miedo a lo que se esconde detrás de lo oscuro, cuando decís que vas a ser como tu héroe, cuando no sabés muy bien por qué estas haciendo cosas que ayer parecían tan lejanas.
A la luna no le importa, por eso cierra los ojos, soñando que cada cosa estalla y se convierte en estrella
solitaria:
una
constelación
que forma la imagen de otra estrella, aún más grande, como si en vez de viajar hacia adentro estuviéramos mutando, en algo igual y diferente, como un álbum de fotos infinito, siempre lleno de pequeños detalles:
las uñas,
el lunar,
el ombligo.
la mancha de nacimiento con forma de conejo….
las pupilas.
Siempre pupilas,
como
un
satélite más:
mirando cómo me miro.
Cayendo,
suspirando,
y los ojos cerrados.
A la luna no le importa.
A mi sí.

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