MADRUGADAS DE SOL
(O sea que me bajé tres birras al pedo… Y mañana voy a estar sin dormir y con una resaca de colores)
Dentro de la habitación hay un Conejo enorme, enorme, como la satisfacción que causa un sábado de Sol cuando descubrís que no existen las casualidades, que esa acción tonta terminó siendo el escalón para esa revelación tan abrumadora y especial.
(Ya entendí)
El punto es que el Conejo no entra en esa habitación, pero está ahí.
El lector curioso pensará que esto es algún enigma e intentará, mediante ecuaciones insanas, resolver el misterio. El lector despreocupado buscará la metáfora más fácil. El lector sin sangre en las venas dirá que soy un idiota. El lector-amigo buscará encajar algún fragmento de mi vida en lo que aquí se describió… Sin embargo, el lector que entienda de lo que hablo (probablemente la suma de todos los lectores) sabrá de inmediato que esa habitación, de tan pequeña que es, no existe. El Conejo sí.
Pensalo un rato.
A veces hay que dejar de ser lector. A veces hay que agarrar la lapicera, sin importar si es lunes a la madrugada o sábado de Sol. Alguien (vos-yo-el Conejo enorme) necesita libertad.
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