[Meado]

21 nov 2010

"A vos te queda mal el rojo"



‎[-No sé que hay después del Sol… -admití, sin bajar la vista.


-Después del Sol estás vos… -dijo con la mejor cara de hija de puta. Orgullosa, triunfante, una vez más, riéndose, sin reirse, de mi falta de brújula.

-¿Significa que te vas?

-Puede ser…

-Ojalá supieras mentir… -le escupí. Apuré el vaso y cerré un rato los ojos. ...

“¿Cómo mierda terminé en este bar?”

-El problema de tu Mundo es que no sabés diferenciar entre tu poronga y la poronga que te rompe el culo…

-Tu problema es que pensás que en este Mundo hay culos sanos…

-El discurso pesimista te queda mal…

-A vos te queda mal el rojo…

Me levanté, llevándome la última palabra, para no quedar invicto. Choqué con rostros jugosos, sonrientes, de parpados caídos, tontos y felices. Mi rostro.

Fui hasta el baño. Todos los mingitorios estaban ocupados… Fui hasta la pileta y me lavé la cara, con fuerza.

“¿Cómo mierda terminé en este bar? ¿Ayer no era primavera?”

Una de los tipos que meaba se giró y me miró con fijeza: era joven, los ojos le brillaban. Llevaba campera de cuero, remera de los Ramones. Me hizo acordar a mis épocas en Cemento.

-¿Sabés qué pasa, loco? Algún día, en algún buen reci, el cerebro se te despegó del resto del cuerpo… ¿Entendés?

Lo pensé un rato.

-Pará… ¿Entoncés nunca pasó eso de terminar el secundario? ¿Nunca pasó eso de no saber qué estudiar, de fracasar en todo, de perder a mis amigos, de deprimirme tanto, de perder a Violeta por una discusión pelotuda?

El punky se rió con sinceridad. Se giró de cuerpo completo: su pene era enorme.

-La tenés clara, man… La cagamos feo, ¿no?

Me vinieron unas ganas locas de ponerme a llorar, de despertarme transpirado en la casa de mis viejos, de agarrar la mochila, de ir al secundario, de fumarme un porro en el baño, de reírme de un chiste del flaco José.

-Ché, no hay ningún culo sano, ¿no?

El punky se sacudió, llenándome de orina.

-Que sé yo…

Sin pensarlo dos veces salí del baño y fui hasta la mesa donde estaba Violeta. Se estaba chamuyando a un chabón. La agarré de uno de los brazos y la obligué a levantarse.

-¿Qué te pasa, tara…? Esteban… ¿sos vos?

-Estoy en algún recital, muy inconciente… Voy a despertarme tarde o temprano y voy a mostrarte que acá ninguno se salvó…

Ella me miró con compasión dolorosa. Su vista bajó a mi entrepierna.

-Esteban… Estás todo meado… Estás borracho…

-¡No se salvó NADIE! ¡NADIE!

Sentí un escozor picante en los ojos.

-Esteban…

De pronto empezó a sonar música en el lugar.

Me desplomé.

“Por favor… Que sea primavera…”

Y brilló el Sol.

Hay un tema veloz, que aún no termina… Sé que no dura más de dos minutos, pero llevó una eternidad escuchándolo. Pude terminar en cualquier momento y no sé que va a pasar. Sólo me arrepiento de haber dicho que el rojo le quedaba mal. Era mentira.

“¿Qué hay después del Sol?”]

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