unagujeroentupecho

13 oct 2012


VALENTÍA ES IMAGINAR


Un amigo imaginario ajeno tomó de rehén a mis mejores ideas, se escondió en el bosque del que nunca quise salir y prendió fuego la cabaña que siempre juré que no existía, sólo para reírme de los ojos fascinados que no entendían mis desventuras, cada vez más retorcidas, 
esas que cada vez me devolvían más quebrado, pero con la mirada más viva, porque no importa lo que digas, yo pude verme en vos, y casi me enamoro,
pero también vi el fuego,
y mi sueño suicida aún quiere vivir 
un rato más,
alimentado de todas las certezas que llenan la distancia, en el instante en que una hoja en blanco se llena con mi nombre, que a veces no es el que yo recuerdo, que a veces, incluso, ni siquiera es un nombre: una ecuación, de las que buscan paz y terminan por arruinar,
como las amenazas de mi nuevo intruso, tan desgastado y perdido, tan desafiante que me da ganas de gritar, de apuntar con mis dedos, fingiendo un arma, disparar,
crear una herida que no existe,
y que se muera la soledad,
agonizando,
“qué inmensa es la ciudad”
“andate a cagar”.
Un amigo imaginario ajeno rompió mis botellas vacías, se quiso cortar las venas, pero se emborrachó; intentó recordar el camino de regreso, ensayando un inútil perdón,
se vio acorralado,
y me apuntó:
sus garras formando un arma,
todo un universo se congeló:
nos miramos, un poco temblando
el resto fue explosión:
su cabeza y mi cabeza,
en expansión,
mi amigo imaginario en su tumba,
el suyo en otra dimensión,
pienso en las flores que no dejamos,
en el silencio que tuvo que ser adiós,
pienso que quizás no sea tarde
para,
de nuevo,
ser dos.

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