alfileres

5 mar 2012


EL VASO DE CERVEZA QUE TE TOMÓ A VOS


Las monedas que encontramos, buscando tesoros que nada tenían que ver con monedas, los sueños que desangramos, a la espera de la revelación, madrugadas sin humo, de conciencia fatal, los abrazos que evitamos, porque mirar era igual, con tres segundos de vida, muerte y resurrección, los golpes bajos, con la frente alta, entre lágrimas de terror, con cucarachas mirando, levantando apuestas, riéndose fuerte.
(-¿Así que esa risa no era la tuya?
-Jamás);
las casas vacías que llenamos de adornos extraterrestres, para después prenderlas fuego, con descuido, con cara de no querer, pero con pupilas de sí, sí, sí
(siempre sí);
las iglesias con vos escribiendo las paredes, con yo meando cerveza ardiente, con desesperación, con terribles ganas de creer 
(un rayo, que te parta en dos);
las plazas mintiendo verdades sobre cada monumento, escondiendo promesas, entre los árboles, reviviendo leyendas
(creando mitos);
los autos flotando, en cámara lenta, suspendidos, aleteando con sus puertas, cantando canciones de ayer, que todavía no se escribieron
(el futuro de lo que fuimos);
la comisaría y los chistes, tirado en el piso, con la paliza que me dejaría estúpido por una semana, dos semanas
(¿dejé de ser estúpido alguna vez?);
la lluvia, contando el cuento eterno del boludo que es demasiado lento y de la piba que lo mira mordiéndose el labio inferior.
Los perros que nos ladraron y, después, se olvidaron de nosotros.
Las fotos, en ninguna pared.
Una burbuja que sube por el costado del vaso… Llega y estalla, dejándome sordo, justo cuando te digo: “hola, ¿cómo te llamás?”
Intento leer tus labios.
Como al principio.
Como al final.
Todo es
Tan
Frágil.

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