Musa Muerta

6 ene 2011

ESO TAMBIÉN ES ESPECIAL
(dósis doble de Inspiración Nula)




PRIMERA DÓSIS

Es probable que lo veas en algún bar. Te va a llamar la atención y rápidamente vas a pensar: “¡Es un niño, no debería estar tomando!”.
Y cuando se giré va a ser peor.
“¡Es un niño, no puede estar fumando! ¡Y eso no es tabaco!”.
Vas a quedar atónito cuando aparezca una prosti bien llamativa y abrace al niño por detrás, le pase las manos por la espalda y termine acariciándole la chota.
Cuando se le corra la remera vas a ver que el pequeño lleva un arma bajo la cintura del pantalón.
Va a llamarte la atención, sin dudas. Vas a reconocerlo.
Quiero que lo mandes para casa. Se me escapó la otra noche, por una mala combinación de alcohol y pastillas. Ahora las historias no salen, las palabras se mueren en tinta seca, se extinguen las lapiceras, las hojas se pasean vírgenes y frígidas.
Quiero que lo mandes para casa. Lo necesito.

SEGUNDA DÓSIS

Una vez me hicieron un regalo especial.
Te das cuenta de que un regalo es especial cuando sentís que es algo que le gustaría tener al que te lo compró. Eso, claramente, habla de que esa persona en sí es especial. Es lógico que un regalo especial implique, necesariamente, una persona especial.
Te imaginás a esa persona, caminando por ahí, mirando vidrieras, quizás sin rumbo…Y de pronto lo ve. Puede ser cualquier cosa: un libro, un disco, un adorno. Cualquier cosa puede ser un buen regalo especial.
Te imaginás la cara de esa persona. Si es una persona especial, y ya coincidimos en que lo era, sabrás qué cara imaginarte: esa que hace cuando ve algo que le gusta, algo que llevaba tiempo buscando, sin saberlo.
Lo imaginás entrando, sin poder disimular su fascinación, comprando, pidiendo que lo envuelvan, por favor, volviendo a casa con la mochila cargada y cara de felicidad.
Podés imaginarte toda la secuencia, pero no podés imaginarte en qué momento fue que esa persona decidió regalarte el objeto tan preciado en vez de quedárselo. No sabés cuándo fue, pero pasó: en algún momento esa persona imaginó tu felicidad y eso la conmovió más que la felicidad propia.
Que no sepas en qué momento fue que se tomó la decisión es lo que hace especial el asunto.
Fue uno de esos regalos de para siempre. La clase de cosas que perduran más que las personas: la muestra de que lo que vale es la intensidad.
Hoy observo ese regalo especial.
No sé si alguna vez vuelva a recibir alguno.
No puedo imaginarlo.
Eso también es especial.

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